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Inició 2da etapa del Diplomado en Liderazgo Territorial para la Nutrición Social

Bajo el marco del Plan de las 7 Transformaciones del presidente Nicolás Maduro, este martes comenzó la fase final del Diplomado de Liderazgo Territorial en Nutrición Social, dirigido a la Tropa Verde del Instituto Nacional de Nutrición (INN) en los 24 estados del país. El objetivo es potenciar las capacidades de estos actores clave para garantizar una atención y educación nutricional de calidad en las comunidades.

Yvan Gil

Venezuela exige fin de la indiferencia del la ONU ante crímenes de Israel

Durante su intervención ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, el ministro del Poder Popular para Relaciones Exteriores de Venezuela, Iván Gil, exigió a la comunidad internacional tomar acciones concretas y eficaces para frenar los crímenes de Israel en los territorios palestinos ocupados, denunciando además la indiferencia del Consejo de Seguridad como una consecuencia directa del respaldo estadounidense al régimen de ocupación.

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LAUICOM expresa su solidaridad con el pueblo de Irán

La solidaridad es la ternura de los pueblos.

La Universidad Internacional de las Comunicaciones está al lado del pueblo de Irán.

El pueblo de la República Islámica de Irán vencerá, hoy, mañana y siempre.

Que el dolor se haga voluntad
y la luz se haga vida
para segar la maldad.

Aquí no hay fronteras que contengan el dolor,
ni nombres que basten para nombrar la sangre derramada.

Bajo el cielo herido de Irán,
donde el viento lleva el lamento ancestral de un pueblo que sabe de raíces y resistencia,
se levanta la voz callada de los justos,
la voz que no calla ante el crimen del poder.

Israel, ese ente armado de olvido y fuego,
ha vuelto a sembrar espinas en la tierra sagrada,
ha lanzado sus garras de metal y muerte
sobre cuerpos que sueñan, trabajan, oran, aman.

Pero también se alza la dignidad irrompible del Pueblo de Irán,
como el trigo que nace entre piedras,
como el canto que brota entre ruinas.

No somos cómplices del horror,
no bendecimos las bombas disfrazadas de paz.
Estamos con Irán, con su historia, con su gente.
Con cada madre que abraza a su hijo bajo el eco de las explosiones,
con cada niño que dibuja un futuro sin muros ni cadenas.

Que lo sepan:
donde haya memoria, habrá justicia.
Donde haya amor, habrá resistencia.

Y nosotros, hijos de la palabra y la esperanza,
estamos aquí, diciendo presente,
ante la criminal agresión del sionismo asesino.

Pedro Penso

Director del Centro de Investigación Contrahegemónica.

Cristina Fernández

ALBA-TCP rechaza fallo contra Cristina Fernández y denuncia lawfare en su contra

La Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP) emitió un firme pronunciamiento contra el fallo de la Corte Suprema argentina, que ratifica la condena de seis años de prisión contra la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner. La plataforma latinoamericana calificó el fallo como una «maniobra política disfrazada de sentencia judicial».

vicepresidenta

Vicepresidenta Delcy Rodríguez visita ExpoFeria de Oportunidades de Estudio

La ExpoFeria de Oportunidades de Estudio 2025 continúa este jueves en el Centro de Convenciones La Carlota, estado Miranda; y la vicepresidenta ejecutiva de la República Bolivariana de Venezuela, Delcy Rodríguez, se apersonó al evento para evaluar los stands presentes. Asimismo, fue acompañada por la vicepresidenta sectorial de Ciencia, Tecnología, Educación y Salud, Gabriela Jiménez; el ministro de Educación Universitaria, Ricardo Sánchez; y el gobernador del estado Miranda, Elio Serrano. 

VOCES MULTIPPLES

Libertad de expresión en la encrucijada: censura, poder y resistencias en el siglo XXI

Fernando Buen Abad Domínguez

Cátedra Sean MacBride • UICOM •

 “La libertad de prensa no es un privilegio de los periodistas, sino un derecho de los pueblos.” Sean MacBride

Nuestra libertad de expresión, la que debería gozar la humanidad entera, atraviesa una de sus coyunturas más críticas en el siglo XXI. A pesar de los avances tecnológicos que han “democratizado” el acceso a la información y ampliado, no sin peligros, las posibilidades de participación ciudadana en los espacios públicos digitales, los mecanismos de censura, control y represión han evolucionado con igual o mayor sofisticación. Es una paradoja histórica a la que asistimos casi sin defensa  en la llamada “era de hiper-comunicación” global que coexiste con formas cada vez más sutiles —y otras abiertamente brutales— de silenciar voces, criminalizar el pensamiento crítico y monopolizar la construcción del sentido común y asesinar periodistas.

Inspirados en el espíritu y los principios de la Cátedra Sean MacBride de la UICOM, necesitamos examinar la colisión entre los ideales de la libertad de expresión y las prácticas sistémicas de censura contemporánea, tanto en contextos autoritarios como en democracias formales. Lo que está en juego no es solo el derecho a hablar, sino el derecho a saber, a disentir y a transformar la realidad desde el lenguaje. Afirmarnos en la dialéctica de la ética y la comunicación.

Censura no es sólo cercenar imprentas, decomiso de ediciones o encarcelamiento y muerte de periodistas. Si bien estas prácticas persisten, con crudeza extrema en no pocos países, el “nuevo” rostro de la censura en muchas democracias burguesas, toma formas más complejas: control algorítmico de visibilidad, discursos de odio institucionalizados, manipulación informativa por conglomerados mediáticos y censura indirecta vía financiamiento, publicidad o presión judicial.

En América Latina, por ejemplo, la criminalización de periodistas, el uso del lawfare, la concentración mediática y la violencia de actores paramilitares o del crimen organizado constituyen formas estructurales de censura. En México, tan solo entre 2000 y 2024, más de 150 periodistas han sido asesinados, en un contexto de impunidad estructural y complicidad institucional. Pero también en Europa y Estados Unidos, la censura toma formas “legítimas”: eliminación arbitraria de contenidos en plataformas digitales, invisibilización de voces disidentes por los monopolios de medios, etiquetado sesgado de discursos contra-hegemónicos, y vigilancia masiva bajo el pretexto de la seguridad nacional. Se trata, como advierte Noam Chomsky, de “una censura por omisión”, una “fabricación del consenso” que opera desde la “normalidad” de los dueños.

En el Informe MacBride de 1980, titulado “Un solo mundo, voces múltiples”, se denunciaba la concentración del poder mediático en manos de unas pocas corporaciones del norte global, advirtiendo que, sin una democratización profunda de las estructuras de comunicación, no habría libertad real de expresión. Cuatro décadas después, sus alertas no sólo conservan vigencia: han sido superadas por una realidad aún más distópica. Hoy, cinco conglomerados controlan más del 80% del flujo global de información en internet. Google, Meta, Amazon, Microsoft y Apple imponen criterios de visibilidad, rentabilidad y censura sin mecanismos transparentes de rendición de cuentas. En lugar de un espacio público global, se ha construido una arquitectura privatizada de dominación del sentido, basada en la lógica del mercado y la ideología de la clase dominante.

Con los algoritmos que deciden qué se ve, qué se ignora y qué se bloquea están diseñados por actores que no responden a los pueblos, sino a los accionistas. Las plataformas se convierten así en nuevos censores globales, capaces de silenciar campañas políticas, borrar memorias históricas, moldear opiniones y sancionar disidencias. No existe censura neutral. Toda forma de censura responde a una correlación de fuerzas, a un campo de disputas ideológicas, políticas y económicas. En ese sentido, censurar una voz —o permitirla— es siempre un acto político.

En muchos países con economías gravemente dependientes, los movimientos sociales, feministas, indígenas o sindicales enfrentan una doble censura: la institucional, que criminaliza sus protestas y discursos; y la mediática, que los estigmatiza como “violentos”, “radicales” o “antidemocráticos”. Esta censura discursiva produce exclusión simbólica: niega legitimidad al otro, clausura la posibilidad de interlocución y habilita la represión. Pero también hay censura selectiva. Mientras se silencia la denuncia popular, se amplifican voces ultraconservadoras, negacionistas o racistas, muchas veces protegidas por el manto de la “libertad de expresión”. Aquí se produce una inversión perversa: se protege la libertad del discurso opresor mientras se persigue la palabra emancipadora.

Sin embargo, no todo es oscuridad. El siglo XXI ha sido también testigo de una explosión de experiencias comunicativas desde abajo: radios comunitarias, medios alternativos, redes de periodistas independientes, colectivos de comunicación popular, canales indígenas y afrolatinos, campañas digitales por la verdad y la justicia. Estas experiencias reivindican no sólo el derecho a informar, sino el derecho a narrar el mundo desde otras epistemologías. Rompen con el monolingüismo mediático del capital y ensayan lenguajes otros, sensibilidades otras, lógicas otras. En Bolivia, el proceso de comunicación indígena-originaria; en México, las radios comunitarias de Oaxaca o Chiapas; en Argentina, las redes de medios populares feministas; en Palestina, los periodistas ciudadanos que narran desde la ocupación… todos ellos constituyen formas de resistencia semiótica. En Venezuela como en Cuba la teoría y la práctica de la comunicación socialista.

Nuestra libertad de expresión no puede reducirse al marco liberal de la tolerancia abstracta. Debe inscribirse en una ética del diálogo emancipador, en una política del reconocimiento mutuo y en una lucha por democratizar no solo el acceso, sino la producción y distribución del sentido. Frente a este panorama de censura múltiple, la Cátedra Sean MacBride propone un horizonte de acción comunicacional que combine la crítica estructural con la construcción de revoluciones comunicacionales concretas. Algunas líneas estratégicas urgentes son: Democratizar los sistemas mediáticos: Impulsar legislaciones antimonopólicas, promover medios autónomos de base social responsable, medios públicos con control ciudadano y garantizar el financiamiento de medios comunitarios e independientes.

Regulación democrática de plataformas digitales: Establecer mecanismos de transparencia algorítmica, protección de derechos digitales y participación social en la gobernanza de internet. Educación crítica en comunicación: Incorporar en los sistemas educativos una pedagogía crítica del lenguaje, los medios y la información, que forme ciudadanías activas contra la manipulación informativa. Protección efectiva a periodistas y comunicadores sociales: Garantizar el derecho a informar sin miedo, con protocolos claros de seguridad, justicia y reparación frente a la violencia. Reconocimiento de la comunicación como derecho humano colectivo: No basta con proteger a individuos. Es necesario construir sistemas que garanticen el derecho de los pueblos a comunicar, a ser informados y a ejercer su soberanía cultural.

Hablar para no morir. La libertad de expresión no es un eslogan. Es una trinchera. Un campo de disputa por el sentido. Defenderla implica confrontar no sólo a los censores explícitos, sino a los regímenes de sentido que naturalizan el silencio, que convierten la mentira en espectáculo y la violencia en rutina. En tiempos de guerra cognitiva, de batallas culturales burguesas, desinformación, pos-verdad y plus-mentira, ejercer la palabra crítica, la palabra que interpela y emancipa, es un acto profundamente revolucionario. Como enseñó MacBride, “una comunicación verdaderamente libre sólo puede florecer en un orden internacional más justo”. Hoy, como nunca, esa libertad está en disputa.