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Educación sexual como herramienta para la liberación colectiva y el cuidado comunitario

Prensa LAUICOM – La Universidad Internacional de las Comunicaciones (LAUICOM) asume su compromiso con la salud colectiva al realizar una campaña de educación sexual dirigida a todo su personal.

Frente al preocupante incremento de infecciones de transmisión sexual en la región, donde los casos de VIH subieron un 98 por ciento respecto a 2023, la universidad impulsa una iniciativa formativa que busca dotar a su comunidad laboral de conocimientos claros, herramientas prácticas y acceso a información científica para comprender, prevenir y actuar frente a estas realidades.

Coordinada por la Dirección de Gestión Humana, el área de Educación para la Salud y dirigida por el Dr. Wilfredo Rojas para enseñar el uso correcto del preservativo, explicar la disponibilidad gratuita del tratamiento antirretroviral y difundir un principio clave: VIH indetectable es igual a intransmisible.

También abordar prevención del cáncer de cuello uterino mediante la vacunación contra el VPH y el cribado temprano, reforzando que la salud es un derecho que se ejerce con conocimiento.

LAUICOM rechaza el silencio y el estigma como obstáculos al bienestar colectivo. Por eso, forma, informa y acompaña a su personal en el ejercicio pleno de su derecho a la salud, convocando a todas y todos a participar, preguntar, realizarse pruebas y cuidarse, porque un entorno laboral informado es, necesariamente, un entorno más justo y humano.

Información de Contacto:

Dr. Wilfredo José Rojas Rondón

Ginecólogo obstetra

Teléfono: 04126019068

Correo electrónico: wilfredorojasmed@gmail.com

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Voces Cátedra MacBride: Disidencia entre la manipulación y la resistencia

En el marco de la Cátedra MacBride, se presentan los aportes críticos, creativos y colectivos de nuestros estudiantes por una comunicación justa y soberana.

La criminalización de las voces disidentes: ciencia, manipulación y resistencia contrahegemónica

Por: Paul Luna Hidalgo. Comisión de Asuntos Internacionales. Unidad de las Izquierdas – México.

Cohorte: XIX del Diplomado en Comunicación Política.

I. Introducción: el nuevo rostro de la persecución
En la era digital, la censura ya no necesita balas ni prisiones. Opera con algoritmos, campañas de desinformación, tribunales mediáticos y etiquetas ideológicas. La criminalización de las voces disidentes no se impone desde la sombra, sino desde los reflectores del poder económico y tecnológico. Hoy, quien cuestiona los intereses del capital financiero global, quien denuncia la desigualdad, el saqueo ambiental o la violencia estructural, es señalado como extremista, radical, enemigo del progreso o incluso, “terrorista informativo”.

En esta nueva guerra simbólica, el control no se ejerce por la fuerza directa, sino por el monopolio de la verdad. Las élites económicas y mediáticas construyen una realidad moldeada a su medida: una verdad fabricada en los laboratorios de la
manipulación digital, validada por supuestos expertos y amplificada por los algoritmos de las grandes corporaciones tecnológicas. El resultado: la sociedad vive dentro de una ilusión informativa donde lo justo parece utópico y lo injusto, inevitable.

II. La ciencia del control y la manipulación de la realidad

Desde las neurociencias hasta la psicología cognitiva, el capitalismo ha aprendido a leer y manipular la mente humana. El neoliberalismo no solo domina los medios de producción, sino también los medios de percepción. Las redes sociales, los motores de búsqueda y las plataformas digitales operan como dispositivos de ingeniería social. No son neutrales: clasifican, jerarquizan y dirigen la atención colectiva hacia los contenidos que consolidan el sistema económico existente.

Los algoritmos, diseñados bajo lógicas de rentabilidad y consumo, premian la docilidad y castigan la disidencia. Cuando una voz rebelde denuncia los abusos del poder, los filtros automáticos reducen su visibilidad, los bots la acosan, los medios la
desacreditan y el discurso oficial la margina. Esta cadena de silenciamiento se justifica en nombre de la “seguridad digital”, la “verificación de hechos” o la “lucha contra la desinformación”, cuando en realidad se trata de una sofisticada forma de
represión simbólica.

La manipulación científica de la opinión pública se apoya en principios básicos de la psicología conductual: el refuerzo (likes, aprobación social) y el condicionamiento emocional (miedo, culpa, ansiedad). Así, el capitalismo contemporáneo ya no necesita censurar con violencia: basta con programar la atención y colonizar la emoción.

III. De la persecución política a la persecución simbólica

La historia está marcada por mártires de la palabra libre: desde Giordano Bruno hasta Salvador Allende, desde Rosa Luxemburgo hasta Berta Cáceres. Todos ellos fueron castigados por confrontar una estructura de poder que no tolera la conciencia crítica. En el siglo XXI, la persecución ha mutado: ya no se asesina siempre al cuerpo, sino a la credibilidad, al prestigio, a la voz pública.

En América Latina, esta criminalización se expresa en el hostigamiento judicial y mediático contra periodistas, líderes comunitarios, defensores de derechos humanos y movimientos sociales. Se les acusa de “perturbar el orden público”, “dañar
la imagen del país” o “difundir discursos de odio”. Los gobiernos —incluso los autoproclamados progresistas— reproducen, consciente o inconscientemente, la lógica del enemigo interno: toda voz que incomoda al poder económico o político es
neutralizada mediante el descrédito.

Ejemplos sobran: el asesinato de periodistas en México, la persecución judicial a líderes sociales en Colombia, el espionaje político en Brasil o el silenciamiento mediático en países europeos contra las organizaciones anticapitalistas. En todos los casos, la estrategia es la misma: convertir al disidente en sospechoso y al poder en víctima.

IV. La psicología del silencio

mayor triunfo del sistema no es encarcelar al disidente, sino hacer que los demás teman convertirse en uno. Esa es la función del miedo: producir conformidad. La criminalización no solo castiga a quien habla, sino que paraliza a quien escucha.
Las campañas de odio en redes sociales, las sanciones laborales por “malas opiniones” o las leyes ambiguas sobre “discursos nocivos” buscan precisamente eso: desactivar la empatía social y aislar a quien se atreve a decir lo que todos
saben pero pocos se animan a pronunciar.

El miedo se vuelve un instrumento de regulación emocional masiva. A través de él, el sistema garantiza que el ciudadano sea un consumidor dócil, un espectador constante y un trabajador silencioso. Es la dictadura de la normalidad: todos parecen libres, pero solo dentro del margen que permite el mercado.

V. La disidencia como función vital de la humanidad

Desde una perspectiva humanista, la disidencia no es un problema que el Estado deba erradicar, sino un derecho biológico y moral de la especie. La evolución misma depende del error, del pensamiento divergente, de la capacidad de imaginar
alternativas. Una sociedad sin disidentes es una sociedad muerta, incapaz de transformarse.

El pensamiento científico —al igual que el pensamiento revolucionario— avanza precisamente cuando rompe paradigmas. Galileo, Marx, Darwin o Einstein fueron en su momento voces incómodas para la hegemonía de su tiempo. La criminalización de la disidencia, entonces, es una forma de suicidio civilizatorio: reprime la posibilidad de evolución social.

VI. La hegemonía cultural y la batalla por el sentido
Antonio Gramsci enseñó que el poder no se sostiene solo con coerción, sino mediante hegemonía: el dominio de las ideas, de las costumbres, de la moral. En este contexto, las redes digitales son los nuevos campos de batalla de la hegemonía
cultural. Los grandes capitales controlan no solo las plataformas, sino también el lenguaje, los símbolos y las emociones colectivas.


El discurso dominante define quién es “racional” y quién “radical”; quién merece voz y quién debe callar. Por eso, toda propuesta contrahegemónica debe comenzar por reconstruir el sentido común: descolonizar la mente, desmontar la naturalización de la injusticia, devolverle a la palabra su potencia transformadora.

VII. Hacia una propuesta contrahegemónica: comunicación, ciencia y organización popular
Superar la criminalización de las voces disidentes exige más que indignación: requiere una estrategia integral. Tres ejes resultan fundamentales:


Comunicación emancipadora
Crear y fortalecer medios populares, comunitarios y autónomos. Usar la tecnología no para competir con los monopolios, sino para tejer redes de conciencia. Democratizar la información científica y cultural, romper la dependencia tecnológica y
promover el pensamiento crítico desde las escuelas hasta los barrios. La comunicación debe volver a ser un acto colectivo, no un producto comercial.

Ciencia y conocimiento liberador
Recuperar la ciencia como bien común. Hoy, las corporaciones financian investigaciones que legitiman su poder, mientras se oculta o ridiculiza toda línea de pensamiento que cuestione el modelo de acumulación. Una perspectiva socialista de la ciencia implica colocarla al servicio de la humanidad: ecología integral, tecnologías abiertas, educación pública, neurociencia del bienestar y ética digital.

La lucha contra la manipulación algorítmica exige la creación de inteligencias colectivas: proyectos tecnológicos transparentes, cooperativos y soberanos.


Organización y poder popular
Sin organización no hay resistencia duradera. La defensa de las voces disidentes debe ser tarea de todos: colectivos, sindicatos, movimientos campesinos, redes culturales. No basta con solidarizarse individualmente; hay que construir mecanismos de protección social, jurídica y mediática.

La contrahegemonía se edifica desde abajo, en la práctica cotidiana: compartir información verificada, denunciar colectivamente los abusos, generar espacios de diálogo comunitario y cultivar una cultura política de cuidado mutuo.

VIII. Conclusión: del miedo a la dignidad
La criminalización de la disidencia es, en el fondo, la expresión del miedo del poder. Temen a quienes piensan, a quienes se organizan, a quienes imaginan un mundo distinto. Pero cada intento de silencio engendra una nueva voz, y cada voz reprimida resuena con más fuerza en la conciencia colectiva.

El desafío histórico de nuestro tiempo es pasar de la resistencia dispersa a la acción consciente. De la denuncia aislada a la construcción de alternativas reales. Romper el cerco informativo, reconstruir la confianza social, reapropiarnos de la ciencia y del lenguaje.

La solución no está en pedir permiso al poder, sino en desbordarlo con humanidad, con creatividad y con amor revolucionario.
Porque la disidencia no es un delito: es la más alta forma de lealtad con la vida.




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Voces Cátedra MacBride: Democratizar la Comunicación para Transformar la Educación

En el marco de la Cátedra MacBride, se presentan los aportes críticos, creativos y colectivos de nuestros estudiantes por una comunicación justa y soberana.

Por: Rosalba González Durán.

Cohorte XIX del Diplomado en Comunicación Política.

El Informe MacBride (1980), titulado: “Un solo mundo, voces múltiples” alertó sobre los peligros de la concentración informativa y la exclusión de voces diversas en el sistema comunicacional global. En la actualidad, sus advertencias cobran fuerza ante el dominio de los monopolios tecnológicos, que han transformado el ecosistema digital en un terreno fértil para la manipulación, la vigilancia y la desigualdad. Dicho informe denunciaba que pocas agencias de noticias controlaban el flujo de información mundial. Hoy, ese poder ha sido heredado y amplificado por gigantes tecnológicos como Google, Meta, Amazon y Apple, que no solo distribuyen contenido, sino que también deciden qué se ve, qué se oculta y cómo se interpreta. Esta concentración vulnera el principio de pluralidad informativa y reduce la diversidad de voces en el espacio público, al generar una visión sesgada del mundo, centrada en los intereses de los países desarrollados.

Las plataformas digitales operan con algoritmos que priorizan la rentabilidad sobre la veracidad. El usuario promedio desconoce cómo se seleccionan los contenidos que consume, lo que facilita la manipulación emocional, la polarización política y la difusión de noticias falsas. Asimismo, los monopolios tecnológicos perpetúan la exclusión ya que, millones de personas en diferentes partes del mundo, carecen de acceso a internet de calidad, mientras que las plataformas dominantes imponen estándares culturales y lingüísticos que marginan identidades locales. La brecha digital se convierte así en una brecha comunicacional y ética. Esta realidad, contradice el llamado del Informe MacBride a una comunicación responsable, ética, orientada al bien común y a el derecho de todos los pueblos a comunicar y ser escuchados.

Las grandes empresas tecnológicas han convertido los datos personales en mercancía, sin consentimiento informado ni control ciudadano. Esta práctica vulnera derechos fundamentales y transforma la comunicación en un instrumento de vigilancia masiva ya que la ética comunicacional también implica respetar la privacidad. En ese sentido, los monopolios tecnológicos han reconfigurado el paisaje comunicacional, pero lo han hecho ignorando principios éticos esenciales. Recuperar el espíritu del Informe MacBride es urgente: necesitamos un nuevo orden digital que garantice pluralidad, transparencia, equidad y respeto por los derechos humanos. Solo así podremos construir un entorno comunicativo verdaderamente democrático. Pero los problemas que denuncia el profesor Buen Abad muestran que ese orden aún está lejos de concretarse. Sin embargo, debemos tener presente que la comunicación es un derecho, no un privilegio, y que su democratización es clave para la justicia social.

Es importante señalar que el Informe MacBride no solo diagnosticó problemas, sino que propuso soluciones que siguen vigentes:

  • Democratizar los medios: fomentar la participación ciudadana en la producción de contenidos.
  • Promover la diversidad cultural: proteger lenguas, narrativas y expresiones locales.
  • Establecer marcos éticos y legales: regular el poder mediático y tecnológico con criterios de justicia social.

En ese contexto, la psicología comunicacional sostiene que las personas construyen subjetivamente la realidad a partir de lo que leen, escuchan o miran. Estas construcciones no solo afectan su percepción individual, sino también su conducta social, ya que los medios de comunicación moldean interpretaciones colectivas sobre hechos y temas relevantes. En este marco, la educación enfrenta hoy un desafío profundo: los estudiantes están cada vez más inmersos en redes sociales, expuestos a flujos constantes de información, muchas veces falsa o superficial que perjudica su capacidad crítica, su concentración y su motivación para aprender. Esta situación no es un fenómeno aislado, sino el resultado de una estructura comunicacional dominante que condiciona la forma en que se accede, procesa y valora el conocimiento.

Tanto el Informe MacBride como los análisis del profesor Fernando Buen Abad coinciden en denunciar los efectos nocivos de la concentración mediática, la mercantilización de la información, la manipulación ideológica y la exclusión de voces populares. Esto ha tenido indudables efectos tanto para las comunidades, como para la educación, la cultura, el comercio, la participación política, el diálogo y la comprensión intercultural. Pero, se hace notar que, así como pueden usarse para el bien las tecnologías también pueden ser usadas para explotar, manipular, dominar y corromper las personas y las sociedades.

Frente a este panorama, desde el ámbito de la educación se vuelve urgente diseñar estrategias que orienten al colectivo institucional a transformar esa realidad que ha reproducido una cultura digital desinformada y despolitizada que desborda al sistema educativo y debilita su función formadora.

 Estas estrategias deben:

  • Promover una educación mediática crítica que forme ciudadanos capaces de analizar y cuestionar los mensajes que consumen.
  • Fomentar espacios de diálogo y producción de contenidos propios que valoren la diversidad cultural y el pensamiento autónomo.
  • Recuperar el sentido ético y social de la comunicación como herramienta para la emancipación y la justicia cognitiva.
  • Establecer vínculos entre comunicación, cultura y educación para fortalecer la identidad y la participación.

En las últimas décadas, las nuevas tecnologías se han integrado a nuestra existencia diaria de forma casi imperceptible, modificando profundamente la manera en que aprendemos, nos relacionamos y construimos sentido. Sin que lo advirtiéramos plenamente, las plataformas digitales, redes sociales y dispositivos móviles han reconfigurado nuestras rutinas, nuestros vínculos y nuestras fuentes de información. Aplicar los principios del Informe MacBride y los aportes del profesor Fernando Buen Abad implica asumir que la lucha por una educación crítica también es la lucha por una comunicación libre, plural y ética. Solo así podremos revertir el daño que esta estructura mediática está causando a toda nuestra población. Es por ello, que la transformación educativa no puede desligarse de una transformación comunicacional.

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Voces Cátedra MacBride: Palabra Compartida, Resistencia Colectiva

En el marco de la Cátedra MacBride, se presentan los aportes críticos, creativos y colectivos de nuestros estudiantes por una comunicación justa y soberana.

Fragmentación del tejido comunicacional comunitario

Por: Karina Dirino Mirena.

Cohorte: XIX del Diplomado en Comunicación Política.

Uno de los problemas más urgentes en el campo de la comunicación actual es la fragmentación del tejido comunicacional comunitario. En una era marcada por la hiperconectividad digital, los vínculos humanos no se han fortalecido, sino debilitado. La velocidad y el alcance de las plataformas tecnológicas han individualizado los intercambios, desplazando el diálogo presencial, el encuentro cara a cara y el calor del “nosotros”. Esta fragmentación no es solo técnica, sino simbólica: se impone una semiosis autista, donde cada persona se encierra en su burbuja informativa, sin escucha ni construcción colectiva.

Este fenómeno afecta especialmente a los espacios populares, donde históricamente la palabra compartida ha sido herramienta de organización, resistencia y ternura. La pérdida de estos espacios empobrece el sentido de comunidad y dificulta la creación de relatos comunes. Ya no se conversa en la plaza, en la asamblea, en el círculo; se comenta, se reacciona, se desliza el dedo. La lógica digital transforma la comunicación en una transacción rápida y superficial, donde el valor de la palabra se mide por su viralidad, no por su capacidad de convocar o sanar.

En los espacios que acompaño, he visto cómo el diálogo presencial transforma el ánimo colectivo: una ronda de palabra puede sanar heridas, despertar memorias y fortalecer la organización. Por eso considero urgente recuperar el tejido comunicacional desde lo afectivo, lo presencial y lo colectivo. Podemos crear guías, tarjetas o espacios rituales que inviten a la conversación cara a cara, donde cada voz sea escuchada con respeto y cada silencio tenga lugar. Estos materiales deben reflejar nuestra ternura, nuestra historia y nuestra esperanza. La comunicación debe volver a ser puente, no muro; abrazo, no algoritmo.

En nuestras comunidades, la palabra tiene cuerpo, ritmo y memoria. No podemos permitir que se diluya en la lógica del scroll infinito. Necesitamos volver a mirarnos, a escucharnos sin pantallas de por medio, a construir relatos que nos sostengan y nos transformen. Cuando recuperamos el lenguaje como territorio común, no solo volvemos a creer: volvemos a construir. Y eso, en tiempos de fragmentación, es una forma profunda de resistencia.

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Voces Cátedra MacBride: Comunicación, Poder y Resistencia Semiótica

En el marco de la Cátedra MacBride, se presentan los aportes críticos, creativos y colectivos de nuestros estudiantes por una comunicación justa y soberana.

10 problemas actuales de la comunicación

Por: Venus Rangel.

Cohorte: XIX del Diplomado en Comunicación Política.

La Brecha Tecnológica como Instrumento de Dominio

Los avances tecnológicos, lejos de democratizar la comunicación, han incrementado las brechas existentes, creando un terreno de juego profundamente desigual. Continentes ricos en recursos, como África y América del Sur, se ven sometidos a una doble explotación: la material y la simbólica. Mientras enfrentan problemas estructurales agravados por malas políticas públicas y la confabulación de sus élites con intereses globales, son bombardeados por narrativas mediáticas que buscan desconocer su esencia y despojarlos de la conciencia sobre su propio valor. Esta dinámica reafirma la frase de que “nos han dominado más por la ignorancia que por la fuerza”.

La Batalla Semiótica: Los Signos como Armas de Clase

En este contexto, comprendemos que la comunicación no es neutral. Como bien se señala “Toda comunicación es una batalla semiótica donde los signos no son neutrales, ni asépticos, ni inocentes: son instrumentos de clase.” Los grandes conglomerados mediáticos no cometen simples «errores» técnicos o «fallas» éticas; son oligarquías simbólicas que operan de manera estructurada para imponer una visión del mundo funcional a los intereses del capital transnacional. Su objetivo no es informar, sino deprimir y desorganizar a los pueblos, haciendo que internalicen su propia inferioridad y dependencia.

La Resistencia: Alfabetización Crítica y Democratización del Conocimiento

Frente a este bombardeo digital y simbólico, la resistencia comienza con la conciencia crítica. Es imperativo estar alerta, aprender a decodificar los mensajes e identificar los mecanismos de manipulación. Sin embargo, la conciencia no es suficiente. Es fundamental:

a. Crear espacios de encuentro y formación: Llevar el conocimiento de expertos y los estudios en comunicación a los sitios con más dificultades de acceso. La alfabetización mediática debe ser un derecho universal.

b. Exigir la comunicación como un derecho humano: No podemos ser indiferentes ante los conflictos y el saqueo de países invisibilizados. La comunicación es un derecho habilitante para la defensa de todos los demás derechos.

El sometimiento comunicacional es una realidad, pero no es una sentencia irrevocable. La respuesta está en organizarnos, en levantar todas las voces y en construir nuestras propias narrativas. Democratizar la comunicación es el primer paso para democratizar el poder. Es una tarea ética y política: hagamos más humana la humanidad recuperando la palabra, el sentido y el derecho a existir en el imaginario global con dignidad y soberanía.

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Un rincón de relajación en tiempos de tensión.

Prensa LAUICOM – Bajo luces suaves y con música que acariciaba el silencio, una de las aulas de la Universidad Internacional de las Comunicaciones (LAUICOM) se convirtió en un refugio para el alma.

El personal de la universidad se reunió para disfrutar en compañía del taller “Conectando desde el corazón y el cuerpo para despejar la mente”, guiadas por la licenciada Daniela Colina.

Entre respiraciones conscientes, risas íntimas y pausas cargadas de presencia, cada participante aprendió a soltar lo que pesa, a habitar el ahora y a reconocer su humanidad sin juicios.

Un ejercicio sencillo, llevar la respiración a la zona que duele, se volvió acto de sanación colectiva. En un mundo que exige estar siempre activos, este encuentro recordó algo esencial: descansar también es parte del bienestar.

Al salir, nadie era igual. La mente, más liviana y el corazón, más abierto.

Esperamos con ansias el próximo encuentro para seguir disfrutando de nuestro cachito de relajación.

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Formar para disputar: soberanía comunicacional y resistencia en las redes

Prensa LAUICOM – En el marco de la formación integral de la Cohorte XIX del Diplomado en Comunicación Política, la Universidad Internacional de las Comunicaciones (LAUICOM) continúa sus clases con el Módulo de Gestión Avanzada de Redes, impartido por Gerson de León, responsable del Departamento de Comunicación de LAUICOM, respondiendo a la necesidad estratégica de formar comunicadores capaces de disputar la narrativa en los territorios digitales.

Donde las redes se han convertido en escenarios centrales de la guerra cognitiva, la manipulación algorítmica y la defensa de la soberanía informativa de los pueblos, al concentrar en manos de corporaciones transnacionales la capacidad de definir qué se ve, qué se calla y qué se normaliza, condicionando así la percepción de la realidad.

Los participantes estudian la teoría general de redes, marketing digital con enfoque político, no para mercantilizar la comunicación, sino para articular campañas que impulsen conciencia, movilización, contranarrativas populares, la creación y gestión de campañas integrales.

Se abordan también las políticas en redes: cómo las megaplataformas imponen reglas que silencian luchas del Sur Global, la lógica extractivista de los datos y la falsa neutralidad de los algoritmos como instrumentos de control discursivo.

En LAUICOM, no se trata de dominar las redes, sino de liberarlas. ¡Seguimos en formación, en lucha y en construcción colectiva!

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Alianza educativa y comunicacional en el Zulia

Prensa LAUICOM – En el marco de la visita de la comisión encargada de la promoción de los Ambientes Territoriales de Aprendizaje de la Universidad Internacional de las Comunicaciones (LAUICOM), la Vicerrectora Tamara Díaz tuvo la oportunidad de saludar al Congreso del Partido Socialista Unido de Venezuela en el Zulia, así como a las mujeres que integran la Constituyente Popular convocada por el presidente Nicolás Maduro Moros.

En nombre de la Rectora de LAUICOM, la Diputada Tania Díaz, se conformó una comisión promotora que actualmente impulsa los acuerdos necesarios para avanzar hacia la firma de un convenio interinstitucional con la Universidad Rafael María Baralt. Asimismo, se realizaron recorridos por diversos espacios vinculados a las gestiones en curso con la universidad.

Este acuerdo representa un paso trascendental para el país debido a que la Universidad Rafael María Baralt cuenta con una amplia presencia territorial: 22 sedes distribuidas en 11 municipios del Zulia, una en Falcón y dos en Trujillo. Por su parte, LAUICOM posee alcance nacional e internacional, con una vocación clara por el fortalecimiento de la comunicación como eje estratégico de transformación social.

Ambas instituciones están trabajando de manera coordinada para articular esfuerzos que, en un futuro cercano, permitan materializar una alianza educativa y comunicacional de gran impacto colectivo.

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Juntos por una educación que transforma

Prensa LAUICOM – La Universidad Internacional de las Comunicaciones (LAUICOM), en alianza con el Movimiento Social Son de Sucre, convocó a docentes, estudiantes, líderes comunitarios y organizaciones populares al salón múltiple de la institución para un diálogo profundo sobre la educación como práctica de libertad, inspirado en el legado de Paulo Freire.

Este encuentro no fue solo un espacio académico sino un acto de resistencia educativa. Ocho mesas de discusión se convirtieron en plataformas de escucha activa, donde se tejieron voces desde los barrios, las escuelas rurales, los colectivos juveniles y las organizaciones de base. No se trató de hablar sobre la educación, sino de construirla desde la comunidad.

El eje central fue la conciencia crítica como herramienta de liberación colectiva. Los participantes coincidieron en que la educación no puede ser un mero transmisor de contenidos al servicio del status quo, sino un proceso de desvelamiento: desenmascarar las estructuras de poder que normalizan la desigualdad, la exclusión y la manipulación. “No educamos para adaptarnos al mundo, sino para transformarlo”, afirmó una docente de una escuela comunitaria de los valles sucrense.

Se resaltó con fuerza la manipulación tecnológica como nueva forma de dominación: el algoritmo que decide qué pensamos, la información que nos adormece en lugar de iluminarnos, la educación digital que reduce al estudiante a consumidor pasivo de datos. Frente a esto, se propuso una educación popular comunitaria: que nace del territorio, que parte de las historias vividas, que usa la tecnología no como fin, sino como medio para organizar, cuestionar y actuar.

“¿Qué sentido tiene saber usar una red social si no sabemos quién la controla y para qué?”, preguntó un joven activista. La respuesta fue unánime: necesitamos una educación que nos devuelva la capacidad de decidir, de organizarnos, de decir “no” a lo injusto y “sí” a lo colectivo.

En este sentido, se destacó la carta de Simón Bolívar a su maestro Simón Rodríguez no como un documento histórico, sino como un recordatorio de como la educación es la única vía para que el pueblo no sea esclavo ni de tiranos ni de mercaderes. La educación no es un privilegio, es un derecho de lucha.

El cierre fue un compromiso de firmar un pacto comunitario por una educación liberadora. Cada mesa propuso una acción concreta: talleres de alfabetización mediática en centros populares, espacios de lectura crítica en plazas, redes de docentes comunitarios que articulen escuelas y barrios.

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Cantar también es comunicar

Prensa LAUICOM – El Auditorio Principal de LAUICOM vibró este viernes con una energía diferente: no hubo reuniones de trabajo ni trámites administrativos, sino micrófonos encendidos y voces que se atrevieron a salir de lo cotidiano.

En medio de acordes familiares y letras que llevan años guardadas en la memoria, el personal de la universidad se convirtió en protagonista de una escena donde cada nota fue un alivio, un grito de alegría contenida o un homenaje espontáneo a la vida misma.

Trabajadores que suelen coordinar logística, gestionar procesos o garantizar el funcionamiento diario de la institución, subieron al escenario con la misma entrega con la que sostienen la universidad día a día.

Algunos eligieron baladas que hablan de lucha y esperanza; otros, merengues que invitaban a mover el cuerpo como si nadie los estuviera viendo. Cada interpretación fue, en esencia, un acto de presencia plena: una forma de decir “aquí estoy”, con voz, con ritmo, con derecho a brillar fuera de lo normal.

Y entre una canción y otra, el aroma cálido de la tizana envolvió el recinto, recordando que, en Venezuela, hasta el descanso tiene sabor a identidad. En este karaoke pensado para quienes hacen posible LAUICOM desde las sombras, no se buscaba perfección, sino libertad: la de cantar, reír y sentirse, por unos minutos, el centro de una historia hecha de alegría colectiva.