Prensa LAUICOM – La Universidad Internacional de las Comunicaciones (LAUICOM), en alianza con el Movimiento Social Son de Sucre, convocó a docentes, estudiantes, líderes comunitarios y organizaciones populares al salón múltiple de la institución para un diálogo profundo sobre la educación como práctica de libertad, inspirado en el legado de Paulo Freire.
Este encuentro no fue solo un espacio académico sino un acto de resistencia educativa. Ocho mesas de discusión se convirtieron en plataformas de escucha activa, donde se tejieron voces desde los barrios, las escuelas rurales, los colectivos juveniles y las organizaciones de base. No se trató de hablar sobre la educación, sino de construirla desde la comunidad.
El eje central fue la conciencia crítica como herramienta de liberación colectiva. Los participantes coincidieron en que la educación no puede ser un mero transmisor de contenidos al servicio del status quo, sino un proceso de desvelamiento: desenmascarar las estructuras de poder que normalizan la desigualdad, la exclusión y la manipulación. “No educamos para adaptarnos al mundo, sino para transformarlo”, afirmó una docente de una escuela comunitaria de los valles sucrense.
Se resaltó con fuerza la manipulación tecnológica como nueva forma de dominación: el algoritmo que decide qué pensamos, la información que nos adormece en lugar de iluminarnos, la educación digital que reduce al estudiante a consumidor pasivo de datos. Frente a esto, se propuso una educación popular comunitaria: que nace del territorio, que parte de las historias vividas, que usa la tecnología no como fin, sino como medio para organizar, cuestionar y actuar.
“¿Qué sentido tiene saber usar una red social si no sabemos quién la controla y para qué?”, preguntó un joven activista. La respuesta fue unánime: necesitamos una educación que nos devuelva la capacidad de decidir, de organizarnos, de decir “no” a lo injusto y “sí” a lo colectivo.
En este sentido, se destacó la carta de Simón Bolívar a su maestro Simón Rodríguez no como un documento histórico, sino como un recordatorio de como la educación es la única vía para que el pueblo no sea esclavo ni de tiranos ni de mercaderes. La educación no es un privilegio, es un derecho de lucha.
El cierre fue un compromiso de firmar un pacto comunitario por una educación liberadora. Cada mesa propuso una acción concreta: talleres de alfabetización mediática en centros populares, espacios de lectura crítica en plazas, redes de docentes comunitarios que articulen escuelas y barrios.