un solo mundo

¿De qué hablamos cuando hablamos de Comunicación?

Por Fernando Buen Abad

No es posible aceptar políticas de Comunicación e Información sin consultas desde las bases y desde la historia

Uno de los principales problemas de la Comunicación es despojarla de su condición como Derecho Humano Fundamental para reducirla a mercancía prostituida por la avaricia burguesa y la farándula mediocre. Quitarle su vigor emancipador para convertirla en arma ideológica alienante. Por eso en el Informe MacBride de 1980 se pedía ir Hacia un Nuevo Orden Mundial de la Comunicación y la Información

Toda organización política (y, por lo tanto, toda organización) debe tener en su “agenda” la problemática histórica actual en materia de Comunicación e Información. No es mucho pedir y no hay escapatorias. Ya tuvimos tiempo de sobra para aprender que, entre todas las batallas que la humanidad libra hacia su emancipación, los “territorios” de la Información y la Comunicación han sido especialmente colonizados y mayormente plagados con derrotas muy severas.

Pero no se trata de priorizar a la Comunicación y a la Información en una “agenda” donde se las entienda exclusivamente como “espectáculo”, “entretenimiento” o “curiosidad”… como suele hacer cierto sector de las oligarquías y sus burocracias. No se trata de fingir, con discursos, que nos ocupa o preocupa la “diversidad” expresiva de los pueblos. No se trata de repetir la mueca clientelista que reparte becas, o subsidios, a los amigos y a los amigos de los amigos. No se trata de convencernos con sesudas disquisiciones academicistas ni convenciones internacionales plagadas con naderías en la práctica. De lo que sí se trata es de habilitar, profundizar y ensanchar el ejercicio de derechos humanos inalienables como son el Derecho a la Información y el Derecho a la Comunicación, no sólo en igualdad de “oportunidades” sino, principalmente, en igualdad de condiciones.

Una “agenda” de Comunicación e Información para nuestro tiempo, debe interesarse por la democratización de las herramientas de producción, distribución e interlocución del “sentido”. Debe interesarse por el ascenso de una corriente semántica renovada por el fragor de las luchas sociales que en todos los ámbitos (ciencias, artes, filosofías, tecnologías…) viene librando la especie humana para garantizarse un lugar digno en su propio desarrollo y no un lugar de “espectador” sometido por un sector social acaparador e históricamente opresor de las mayorías. Tal “agenda” debe interesarse, (inter, multi y transdisciplinariamente) por erradicar los medios y los modos con que los pueblos han sido infiltrados con “valores” o “antivalores” que solo convienen al statu quo y que han inoculado núcleos de “falsa conciencia” redituables a la ignorancia funcional, al mundo de la mentira como verdad, al sometimiento de consciencias y al mercantilismo desaforado infectado de individualismo y consumismo.

De las fuerzas políticas actuales (que dicen ser emanación de la voluntad popular o de las clases trabajadoras) no podemos esperar, y exigir, que logren menos que un modelo comprensivo y dinámico que, en materia de Comunicación e Información, se disponga a corregir las asimetrías en el campo de la disputa por el sentido. Que sepa desarrollar un arsenal de herramientas para la crítica (en todos los “sentidos”) ante la hegemonía de la “Iniciativa Privada”; contra el burocratismo clientelista y contra el silenciamiento de las comunidades semánticas más variadas que, además de diversas, son mayoría abrumadora. Que, además de las herramientas para la crítica, ponga al alcance de todos los cuerpos legales, las fuentes metodológicas, los espacios de formación, las herramientas de producción, las infraestructuras de transmisión, los modelos de evaluación y la dinámica de la retroalimentación. Abiertas, participativas, autogestionadas, autónomas y de revocabilidad consensuada desde las bases. Para empezar.

No es posible aceptar políticas de Comunicación e Información sin consultas desde las bases y desde la historia. No es aceptable abandonarse a los caprichos del mecenazgo, no es recomendable aspirar al mundo feliz de las “industrias culturales” reproductoras de la lógica de la mercancía en el campo de las ideas y las emociones sociales. Información y Comunicación no son mercancías, son Derechos Humanos Fundamentales y al Estado compete su desarrollo, ensanchamiento y profundización. O será nada.

Una organización política que en su “agenda” no contenga, como prioridad de corto plazo, el desarrollo de una Política de Cultura y Comunicación, descolonizadora y transformadora, debe revisarse a fondo contrastándose con los hechos duros y crudos que han venido amenazando a las democracias en las décadas recientes, tal como lo advirtió el Informe MacBride de 1980. No es que falten casos ejemplo, autores denunciantes ni amarguras realmente existentes en el escenario actual donde la Información y la Comunicación han sido secuestradas por los poderes monopólicos trasnacionales. Lo que sí está faltando es la decisión política de fuerzas organizadas, con mandato de la clase trabajadora, para desplegar una experiencia nueva y renovadora, atenta a las exigencias de los tiempos actuales y del futuro inmediato.

Así, “Se requieren nuevos discursos y enfoques que sirvan de referencia a las políticas culturales” ya lo reclamaba Irina Bokova de la Unesco. En su reclamo, desde luego, están las exigencias cualitativas y cuantitativas, están las consideraciones administrativas y de gestión gubernamental, además de estar a expectativa geopolítica acentuada en una visión Sur-Sur. Y lo que está faltando es la ordenación de las acciones que garanticen un cambio de paradigmas, a fondo, por cuanto compete a la comprensión teórica y práctica de la Comunicación u la Información no sólo como expresiones “reflejo”, “espejo” del pensar y el “sentir” social sino como instrumentos para la acción transformadora directa. Hay que romper con resabios y taras de las “culturas” desarrolladas por los colonialismos para contar con pueblos mansos y tributarios de la riqueza para los “amos”.

Hace falta sepultar a la andanada mercantilista creadora de las “culturas” de la adicción (como el alcoholismo, la farmacodependencia y todas las adicciones autodestructivas). Hay que romper con todo lo que oprime y deprime a los pueblos, obligándolos a resignarse a una cultura de esclavo, a una moral de súbditos y a una estética colonizada que derivan siempre en beneficios comerciales para las clases opresoras. Eso le falta a las Políticas de Comunicación e Información que han de nacer en esta etapa y en el seno de las organizaciones políticas que quieran ser respetadas por su respeto histórico a las luchas de sus pueblos. Comunicación e Información emancipadas para la emancipación. Nuevo orden.

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Buen abad

Inicia Curso Introductorio de la Cátedra Seán MacBride en LAUICOM

Prensa LAUICOM – Este 14 de marzo, se dio inicio al Curso Introductorio de la Cátedra Sean MacBride en la Universidad Internacional de las Comunicaciones (LAUICOM). Este evento, dirigido a los participantes de la Cohorte XV de Comunicación Política, tuvo como objetivo principal comprender la comunicación como un territorio estratégico en la lucha de clases y como un dispositivo central usado por la hegemonía.

Durante su intervención, el Dr. Buen Abad resaltó la figura de Sean MacBride, premio Nobel de la Paz en 1974, destacando que es posible identificar los sesgos y desigualdades en la distribución de la información en diversos lugares del mundo mediante el estudio de los medios de comunicación. Subrayó que este enfoque, planteado en el Informe MacBride, sigue siendo de vital relevancia en la actualidad para comprender y abordar las diferencias en los flujos comunicacionales a nivel global.

Profundizó en el Informe MacBride, titulado “Un solo mundo, voces múltiples”, publicado en 1980 por la UNESCO. Este documento histórico denunció la concentración de los medios de comunicación en manos de unos pocos. “Es un peligro que unos cuantos señores sean los dueños de la comunicación”, indicó el Dr. Buen Abad. El informe tuvo un impacto significativo en América Latina, donde se convirtió en un referente para discutir la democratización de los medios y la lucha contra la hegemonía comunicacional.

El experto también abordó el problema de los costos elevados asociados a la tecnología comunicacional, lo que limita el acceso a equipos y herramientas necesarias para una comunicación efectiva. “Solo unos pocos pueden permitirse estos recursos”, señaló, criticando la visión mercantilista de la comunicación promovida por sectores de derecha, que ven en ella un negocio más que un derecho humano.

El Dr. Buen Abad señaló que “una de las mayores debilidades en nuestra esfera política es la comunicación”. Durante su intervención, criticó cómo algunos medios internacionales han construido narrativas que cuestionan la legitimidad de los procesos democráticos y que distorsionan la realidad para promover intereses ajenos a los de la región.

Hizo referencia a los laboratorios de manipulación mediática, espacios donde se emplean técnicas avanzadas de influencia y control sobre la opinión pública. Explicó que la guerra cognitiva es una estrategia diseñada para dominar el pensamiento y las emociones de las personas mediante el uso de información cuidadosamente elaborada.

Este fenómeno se ha intensificado significativamente con el avance de la era digital, donde las herramientas tecnológicas permiten una diseminación rápida y masiva de contenidos dirigidos a moldear percepciones y comportamientos.

Durante el evento, el Dr. Buen Abad dedicó un espacio para interactuar con los asistentes. Uno de los participantes, Felipe Díaz, planteó “¿Cómo podemos evitar que el uso excesivo de los teléfonos inteligentes y la dependencia de la tecnología se conviertan en una forma de esclavitud moderna?”

A lo que el Dr. Buen Abad respondió “no debemos satanizar la tecnología, sino aprender a utilizarla de manera consciente y crítica. Si entendemos sus alcances y limitaciones, podemos evitar caer en extremos de dependencia que limiten nuestra autonomía y libertad”.

El Dr. Fernando Buen Abad cerró su intervención con un llamado a la acción: “Quien se interese, que vaya y haga un efecto multiplicador”. Este curso introductorio marca el inicio de un espacio de reflexión y formación sobre la importancia de la comunicación como herramienta de transformación social, en línea con los principios de justicia y equidad que defendió Seán MacBride.