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Chávez vive en los corazones que sueñan con justicia

Prensa LAUICOM- Este miércoles, más allá de las cámaras, los discursos y las banderas, algo profundo y difícil de medir con palabras sucedió en el aire: el alma de Hugo Chávez volvió a caminar entre nosotros. No como estatua, ni como recuerdo lejano, sino como latido colectivo, como brújula moral que guía a quienes aún creen que otro mundo es posible.

En medio de pantallas encendidas desde Caracas hasta Moscú, desde La Habana hasta España, se percibía una emoción contenida, casi sagrada. No era solo un acto académico; era un abrazo ideológico entre pueblos heridos por el mismo enemigo: el imperialismo. Algunos asistentes lloraban en silencio al escuchar fragmentos del discurso de Chávez en la ONU. Otros apretaban los puños con emoción al recordar cómo, con su voz firme y su sonrisa inquebrantable, desnudó al “dueño del mundo” frente a las naciones.

Lo más conmovedor no fueron los discursos, sino los pequeños gestos: el silencio respetuoso al mencionar a los caídos en la lucha, las manos que se alzaban en señal de victoria al grito de “¡Chávez vive!”, las miradas cómplices entre desconocidos que, por un instante, se reconocieron como hermanos en la misma batalla.

Adán Chávez habló con la calma de quien carga un legado, pero también con la pasión de quien lo siente vivo. Cuando dijo “la revolución debe ser internacional”, no sonó como una consigna, sino como una promesa. Y en ese momento, muchos supieron que no estaban solos.

Desde el País Vasco, Iñaki Gil habló de lucidez, pero también de amor por los pueblos. Desde Nueva York, Blanca Eekhout recordó que las palabras de Chávez “iluminan el presente”, y lo hizo con una ternura que contrastaba con la crudeza del mundo que denunciaba.

Sara Flounders, con la firmeza de quien ha recorrido mundo, dijo que “la única forma de sobrevivir es mediante la unidad”, y en esas palabras resonó el eco de todas las resistencias del mundo.

Y a su vez Tania Díaz encendió la chispa: “Venezuela se escribe con V de valentía, V de voluntad y V de venceremos”, dijo, y en ese trío de “V” cabía toda la esperanza de los que sueñan despiertos.

Porque al final, esta Cátedra no es solo un espacio de teoría. Es un refugio para los que aún creen, un faro para los que navegan en la tormenta, y un recordatorio: mientras haya corazones dispuestos a luchar por justicia, Chávez seguirá vivo. No en el pasado, sino en el futuro que juntos construimos.

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