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MIRANDA: LIBERTADOR E INTERNACIONALISTA DEL MUNDO

Por Alí Ramón Rojas Olaya

Cada 28 de marzo se celebra un año más del natalicio de Francisco de Miranda, hecho acaecido en la esquina de El Hoyo en Caracas. Cada 14 de julio se conmemora un año más de su paso a la inmortalidad, hecho acaecido en San Fernando, Reino de España. El 14 de julio de 2016, en Caracas se le rindieron honores militares y civiles y el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro Moros, en su investidura como Comandante en Jefe de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana lo ascendió al grado de Almirante en Jefe post mortem por ser éste el grado más alto de la Armada Nacional Bolivariana de un oficial en ejercicio.

1- El hijo de la panadera

              Francisco de Miranda es, junto a Simón Rodríguez, Andrés Bello y Simón Bolívar, uno de los libertadores que más honda huella dejó en el mundo. Los cuatro nacieron en Caracas entre 1750 y 1783.
              El 16 de abril de 1769, el papá de Francisco de Miranda, Sebastián Miranda, es rechazado como miliciano por ser un comerciante, un hombre inferior que no pertenecía a las primeras esferas de la ciudad ni era descendiente de sus más ilustres pobladores y para colmo estaba casado con una mujer de baja esfera que ejercía el oficio de panadera. El 25 de enero de 1771, con 20 años de edad, se embarca en la fragata sueca Prince Frederick con destino a España. Lo que ocurre de aquí en adelante es la impronta de uno de los grandes hombres de la historia de la humanidad, porque Miranda es protagonista de la Revolución Francesa, la Revolución de Estados Unidos contra Inglaterra y la Independencia Hispanoamericana de España.

              2- La Colombia de Miranda

                Colombia es el la razón de ser de Miranda. El 4 de noviembre de 1792 dijo en París que se acerca el tiempo en que Colombia, nuestra querida patria, “llegará a ser esa gloriosa parte del globo que la naturaleza quiso que fuese”. El 2 de agosto de 1806, en Coro, exclama: “poseemos el continente más fértil, más inexpugnable y más rico de la Tierra”.

                3- El Colombiano

                  Miranda lucha en la estratégica Batalla de Pensacola (1781), al final de la cual fue ascendido a teniente coronel en reconocimiento a su brillante desempeño al lado de los patriotas norteamericanos. El 15 de marzo de 1810, Francisco de Miranda, publica en Londres, el periódico El Colombiano, realizado en la imprenta de R. Juigné. Sus cinco ediciones circularon hasta el mes de mayo y fueron leídas en Caracas, Buenos Aires, Trinidad, Río de Janeiro, La Habana y Veracruz.

                  4- Los crímenes monárquicos

                    En la Proclamación a los pueblos del continente colombiano alias Hispanoamérica, Francisco de Miranda hace varias preguntas a los reyes: “¿Os acordáis de los furores de Cortés, de Pizarro, de Quesada, de Alburquerque, de Toledo, Alderete, y otros monstruos semejantes?; ¿qué Don Rodrigo de Alburquerque, en virtud de sus poderes, y de una Cédula confirmada después por Su Majestad Católica, repartía los desdichados indios y sus caciques como viles ganados, distribuyéndolos entre sus compañeros para que los sirviesen de esclavos? ¿Qué Vasco Núñez de Balboa se divertía en hacer devorar por los perros los caciques e indígenas que habían tenido la desgracia de desagradarle?”.

                    Continúa Miranda con las preguntas incómodas: ¿Os acordáis, que en conmemoración de Jesucristo y de sus doce Apóstoles, como ellos decían, ahorcaban y quemaban trece indios, cuyo único delito era haber nacido tales? ¿Os acordáis, que un sucesor de Moctezuma en desprecio de las más sagradas promesas de Cortés, después de haberle hecho sufrir los tormentos más dolorosos, fue ahorcado a un árbol al lado de otros Reyes?”.

                    Miranda culmina esta lista de agravios de la siguiente manera: “Así que por el solo motivo de algunas palabras vagas, y que jas inocentes perecieron aquellos Príncipes, reliquias desgraciadas de las familias soberanas de México; suerte que con más justicia merecían sus verdugos.

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