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DIOSES, REYES Y FASCISTAS: Claves para entender la manipulación psicológica y favorecer una invasión.

Por Prof. José Garcés Vicerrectorado de Investigación LAUICOM

¿Por qué Trump arbitrariamente designa a Nicolás Maduro como narcotraficante sin prueba alguna y no le importa lo que diga el mundo? ¿Por qué Marco Rubio dice con total desfachatez que no le importa lo que diga la ONU? ¿Por qué Pete Hegseth dice con pleno desparpajo que su acción ahora se basará en «letalidad máxima» y un «efecto violento» en clara violación a los tratados internacionales? ¿Por qué EEUU viola el Tratado de Tlatelolco y usa submarinos nucleares para asediar a Venezuela?¿Qué imagen quieren proyectar con todas estas arbitrariedades? El discurso de los fascistas es arbitrario, autoritario y terminante.

La Fiscal Pat Bondi dice que Maduro no es un presidente legítimo, sino un narcotraficante que es buscado en EEUU y no presenta UNA SOLA PRUEBA, de lo que se desprende que ella cree que su palabra es ley. Esto forma parte de la manipulación psicológica con la que preparan el terreno para una eventual invasión. Obviamente su discurso no va dirigido a los chavistas que aman la patria, sino a los apátridas que apoyan a la derecha fascista y al imperialismo norteamericano.

Cuando ellos hacen entallar una lancha en alta mar con un misil e ignoran olímpicamente las leyes internacionales y los más elementales procedimientos judiciales, lo que están diciendo a sus seguidores es: ¡Observad mi poder! En otras palabras: Yo hago lo que me da la gana porque YO SOY EL REY, y debemos recordar que es DIOS quien pone y quita reyes. (Daniel 2:21 “Dios cambia los tiempos y las edades, quita reyes y pone reyes”). De manera que si alguien quiere proyectar la imagen de rey, simplemente debe mostrarse arbitrario y autoritario (ya eso basta para que despierte la imagen del rey en el inconsciente), y debido a su poderío militar, se mantendrá en el poder, y la gente pensará que es “dios” quien lo mantiene en el poder.

El rey, el narcisismo y la codependencia

Esto que describimos, también es muy típico de los narcisistas; son arbitrarios, autoritarios, muestran grandiosidad, requieren admiración y son arrogantes, se creen superiores y cuando les da la gana hacen gala del desprecio hacia los demás de la forma más chocante. Si un multimillonario anaranjado devenido en presidente les recuerda este cuadro, no es casualidad.

El problema con los narcisistas y luego de siglos de dominación, es que generan en los oprimidos un irrefrenable deseo de servir a su rey y complacer sus caprichos. Es decir, mientras más arrogante y más grandiosidad despliegue, y más arbitrario y autoritario se comporte, más fácilmente encontrará sirvientes y lacayos que complazcan sus irracionales caprichos, no importa lo retorcidos que sean.

El razonamiento es simple, cuando alguien quiere echárselas de importante, mostrará un claro desprecio a los demás, se mostrará arrogante y creerá que su palabra es ley, al tiempo que mira a los demás por encima del hombro. Entonces, algunos dirán: pero ¿Qué se cree fulanito? ¿Será que cree que tiene corona? Y quedará claro la asociación de la arrogancia con la imagen del rey. Obviamente que esto lo dirá alguna persona que no apoya su supuesto poder real, pero lamentablemente, siempre encontrará a alguien que le servirá con esmero. (Siempre encontrará un “chigüire”).

Esta persona acostumbrada a servir le hará la corte y lo apoyará en sus más demenciales empresas. A nivel de pareja esta relación patológica se conoce como “Codependencia” y el sustrato será una pareja disfuncional con mucho sufrimiento por parte del codependiente. El narcisismo es un trastorno de personalidad que se caracteriza porque no tener juicio crítico ni sentimiento de culpa. El narcisista creerá siempre que el mundo debe servirle a él. Pero a nivel social, la cosa cambia un poco.

El súbdito que encuentra a un rey a quien servir, se sentirá realizado cuando encuentre a otra persona que él considere de menor valía que él y sobre esa otra persona descargará toda su saña y su desprecio. Entonces, aunque sea de un color moreno claro (pero definitivamente no blanco), creerá que puede despreciar a los que son más oscuros de piel y odiará a los negros. Es la misma relación del motorizado a quien el autobusero le tira el autobús y tiene que acelerar su moto para no ser atropellado por esa gigantesca máquina; pero al llegar a la avenida, se pasa el semáforo en rojo y hace correr a los peatones que tienen igualmente que correr para no ser atropellados.

Recordemos aquello de que los abusadores son igualmente abusados y también son “esclavos de esclavos”, como cantaba Alí. Un paciente me confesaba: “Es muy reconfortante saber que existe alguien que está por debajo de mí”.

Reyes y dioses

Cuando alguien se comporta arbitrariamente despertará en los demás la imagen del rey, y recordemos que los reyes en nivel muy inconsciente, están relacionados con la divinidad. En el episodio 5 de la primera temporada de “The Crown”, titulado «Humo y espejos», antes de la ceremonia de su coronación le dicen a la Reina Isabel II: «Te coronan por lo que ya eres; nadie te elige, ya eres reina. No te nombran, te ungen, Por eso te coronan en una iglesia, no en un edificio de gobierno. Por eso te entregan una Biblia, no una constitución, y por eso, aunque seas la Jefa de Estado, como eres ungida por dios, solo a dios debes responder, no al pueblo».

De manera que la asociación entre el rey y dios, se ha venido gestando durante miles de años. Desde los Magus caldeos, que eran al mismo tiempo reyes y sacerdotes, o los faraones en Egipto, que mientras reinaban eran considerados dioses vivientes, hasta los reyes de la línea davídica que se adueñaron de Europa porque creen que tienen el derecho a gobernar, ya que según ellos, “tienen la sangre de Cristo”. A los reyes siempre les ha gustado eso de fraternizar con dios.

Recordemos a la monarquía española en el S. XVII, que exigía que los bandos y edictos reales, debían comenzar con: “En nombre de la Sacra Cesárea Católica Real Majestad del Emperador y Rey nuestro Señor (que Dios guarde) por mantenerse vasallos de la sobredicha”. Se dice que Quevedo escribió un poema a Felipe IV: “Católica, sacra y real majestad, que Dios en la tierra os hizo deidad”(por si a alguien le quedaban dudas de que la monarquía quería asimilarse a dios). Pues, si dios nombra a los reyes, y los reyes les han dado el poder a los grandes terratenientes, y estos a su vez son el origen de la burguesía, tenemos entonces que el poder de los ricos, viene de dios.

En ese respecto, podemos ver a Paula White-Cain, una tele-predicadora evangélica millonaria, que llegó a ser la directora de la Oficina de la Fe en la Casa Blanca, decir: “Estar en contra de Trump es estar en contra de Dios”.

Dioses, reyes y fascistas

Este mecanismo psicológico es el que han usado los ricos durante miles de años. La asociación entre dioses, reyes y fascistas ha estado presente en la mente de los oprimidos y contradecir a los ricos es contradecir el poder divino. Recordemos que en el terremoto de 1812, un jueves santo en Caracas, donde murieron muchos oficiales patriotas que se encontraban en la catedral, los sacerdotes españoles, rápidamente dijeron al pueblo, que esa tragedia fue obra de dios, por que los venezolanos querían independizarse de España. Ocasión que aprovechó Bolívar para decir sus audaces y luminosas palabras que todavía resuenan en los oídos de los realistas e imperialista.

Entonces tenemos que: la autoridad discursiva de la clase dominante se sirve de la ideología hegemónica y deriva, en última instancia de la monarquía. Durante siglos se ha hecho pensar a la humanidad que Dios ha dado el poder a la monarquía y este poder ha sido traspasado a la burguesía. Si hay algo que describe a los fascistas es el trato que le dan a quienes consideran sus adversarios o en todo caso, sobre “la gente inferior” (recuerde que el fascista es tremendamente supremacista). Es decir, del patrón solo se puede esperar maltrato.

James Henry Hammond, un esclavista, latifundista y congresista de EEUU en el siglo XIX en su famoso “Mudsill speech” (discurso del barro) explicaba la teoría del «umbral de lodo», que afirmaba que “en toda sociedad debe existir necesariamente una clase baja para sustentar y mantener a la clase alta”. De ese discurso del barro se desprende la recomendación que se hacían entre los esclavistas, según la cual, mientras más se maltrate al esclavo, más fiel y servicial le será.

Esta recomendación tiene cierto asidero, nótese que si hay sector social en Venezuela que ha sido maltratado en forma inmisericorde por parte de sus líderes y amos del norte, es precisamente el sector opositor; les hicieron quebrar sus negocios con las “guarimbas”, los aterrorizaron con inyectarles chips y con que los escuchaban a través de los bombillos ahorradores, les atemorizaron con que las “hordas chavistas” les iban a violar a sus mujeres y a robar sus niños, los hicieron emigrar, una vez en el exterior los persiguieron, les quitaron el TPS, los trataron como terroristas, y aun así, siguen apoyando a los gringos y esperan ilusionados una trasnochada invasión.

Reventando globitos. Desarrollando la conciencia

Los ricos y poderosos tienen tres globos en su mano que los elevan por sobre los aires y con eso proyectan la imagen de que “vuelan” o están por encima de nosotros; un globo dice “Dios”, el otro dice “Reyes” y el tercero dice “Dinero, poder y fascismo”. Nuestra tarea es reventar esos globos con la aguja de la conciencia.

1. Ya sabemos que Dios no es el dios de los ricos, que pone reyes y les da su bendición. Nuestro dios en el dios de Monseñor Romero en El Salvador, es el dios del Padre Wuytack, en La Vega. A ese dios de los fascistas no le hacemos caso; nosotros sabemos con Alí “que dios no se arrecha que él está contento con revolución”. Primer globo reventado.

2. A los reyes los echamos a patadas de esta tierra hace 200 años. No le doblamos la rodilla a nadie. Segundo globo explotado.

3. El poder del dinero lo estamos desmitificando. Nosotros no creemos en el dios Dólar. Nosotros sabemos con Buda que “La mayor riqueza en la mente satisfecha”. El poder del dinero se acabará cuando el dinero no se concentre en unos pocos, sino cuando la riqueza sea para todos, por eso luchamos por el socialismo. El poder del dinero es uno de los elementos que favorecen la diferenciación y jerarquización entre los seres humanos. Eso de creerse superiores a los demás, es lo que les gusta a los fascistas. Para nosotros, todos los seres humanos son iguales. Tercer globo que le explotamos a los imperialistas.

Los imperialistas saben que ya nosotros descubrimos ese mecanismo, por eso es que están desesperados y por eso descargan toda su artillería de manipulación psicológica sobre sus serviciales súbditos apátridas que apoyan a la derecha fascista, y lo hacen a través de las RRSS en una andanada inmisericorde de tweets, videos, audios y post, con los que atosigan a esos venezolanos que habiendo nacido aquí, se creen gringos, y que creen que una invasión no les va a afectar a ellos. Ojalá despierten a tiempo de su lamentable ignorancia.

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