Por: Claudia Orsini
“Como salir del laberinto”, escribía junto con sus compañeros de armas el Comandante Hugo Chávez desde la cárcel de Yare en el año 1994. Ese laberinto que para aquel momento solo tenía una salida, el abismo.
En ese mismo tiempo y mismo lugar el Comandante también pintaba un cuadro, en el que se distinguía un brazalete tricolor que ya se veía libre por entre los barrotes, era el alma Bolivariana, el Fuego Sagrado que volvía a agitar los pueblos, era el espíritu de la libertad que es imposible oprimir.
En esa misma Venezuela – fuera de aquella cárcel en Yare – se veía y más aún se sentía a un pueblo movilizado, madres, esposas, todos metidos en la revuelta, en aquella Venezuela insurrecta, rebelde y anti imperialista en la que nadie vacilaba, no había nadie arrepentido, todos y todas en un solo propósito, acompañar al Comandante Chávez, no dejarlo solo y blandiendo como bandera la consigna que él propio Comandante usaba en sus notas: “echemos el miedo a la espalda y salvemos a la patria”.
En aquel momento, como ahora, algunos no entendían que no era una mera consigna, sino que eran las palabras vivas y ardientes de nuestro Libertador encarnadas en nuestro pueblo y en su acción.
En estas faenas cotidianas se fundaba el Chavismo, el pueblo llano, como siempre, fue el primero en recibir este llamado, con una profunda simplicidad, franqueza y simbolismo que nos devolvía la memoria nacional, pero también la memoria y el significado de lo que es un ser humano, sin demagogias ni promesas materiales, pero si colmadas de justicia y decencia.
Al salir de aquella prisión de la dignidad en Yare, el Comandante habló en cada pueblo, en cada plaza Bolívar y en cada espacio que pudo, fuera y dentro del país, con su mensaje revolucionario lejos del reformismo, por lo que nunca lo vimos con los viejos partidos políticos, tampoco fue a la embajada gringa, no hizo nunca un viaje de campaña a Miami, ni a Madrid, tampoco lo vimos en el despacho de algún ministro, y mucho menos en llave con algún miembro de FEDECAMARAS, en lugar de eso caminó sin temor entre campesinos, obreros, pescadores y estudiantes, es decir entre el pueblo sencillo, de vidas corrientes, pero firme de carácter.
El Comandante Chávez alejado de ser un ególatra, nunca nos convocó para su causa personal, más bien desde el primer momento y permanentemente nos está convocando para que nosotros mismos cambiemos nuestra forma de vida y nuestros propósitos, en la esperanza para salir del camino de la muerte al camino de la vida, por eso su pueblo, siempre sin vacilar, lo acompañó y lo sigue acompañando para preservar su legado y llevar su mensaje, honrándolo a cada paso que da, sintiéndose cada uno el encargado de continuar la obra de Chávez, ya que como el mismo decía premonitoriamente que “No faltarán los que traten de aprovechar coyunturas difíciles para mantener ese empeño de la restauración del capitalismo, del neoliberalismo, para acabar con la Patria”.
El statu quo de hombres y mujeres seudo ilustrados, elegantes, con dinero y poder, no entiende como después de estos 12 años Chávez aún sobrevive, y es que siempre nos advirtió de la posibilidad de que él podía no estar físicamente, pero que ante ello, las ideas debían permanecer vivas, y nuestra misión era divulgar y encarnar el pensamiento Bolivariano, defender al pueblo con justicia, hacerlo desde el amor, defender la inocencia, entre cuidarnos, y entre ayudarnos, por ello los bolivarianos seguimos y seguiremos aquí, en “Unidad, Lucha, Batalla y Victoria”.
PD: Ante la polémica desatada por la continuación del ilegal bloqueo del imperio norteamericano contra nuestra Venezuela, esta vez con efecto sobre la empresa petrolera Chevrón, los chavistas deseamos responder desde lo más profundo de nuestro honor bolivariano con una frase propia del mismo Libertador: “¿Qué nos importa que España venda a Bonaparte sus esclavos o que los conserve, si estamos resueltos a ser libres? Esas dudas son tristes efectos de las antiguas cadenas.”. 3 al 4 de julio de 1811 ante la Sociedad Patriótica.